Caifanes en Mexicali


Ayer, sábado 26 de noviembre, finalmente se me hizo verlos, y fue una experiencia inigualable. Hubiera podido ser mas fascinante aun si no fuera por la malísima organización del lugar en sí, pero generalmente lo disfruté muchísimo, nunca me había sentido así en ningún otro concierto. Como ustedes fieles lectores han de saber sobre mí a estas alturas, yo soy una persona sumamente nostálgico ya que recuerdo el pasado muy a detalle y con cierta nostalgia. La música de los Caifanes es lo que regularmente escuchaba desde que tenía 8 o 9 años hasta la actualidad, ha sido como el soundtrack de mi vida. Estando ahí, viendo a sus originales creadores tocándolas fue casi surreal para mí.

Algo que hizo esta experiencia mas inolvidable aun es que fue toda una aventura poder ir a verlos. El verdadero día del concierto iba a ser el 4 de Noviembre en Mexicali, pero lamentablemente el clima estaba muy mal y tuvieron que posponerlo para el 26. Ahora, para mi es un poco difícil obtener días específicos de descanso, especialmente cuando se trata de un fin de semana. Ciertamente no obtuve los días de descanso esta segunda ocasión, así que el plan era ir y volver la misma noche, un poco difícil ya que Mexicali no esta tan cerca que digamos, y el hecho de tener que cruzar la rumorosa complica un poco mas las cosas, pero no había otra opción.

Ir para allá fue toda una aventura: Salí del trabajo a las 5pm, llegué a mi casa medio hora después, mi cuñada y concuño llegaron listos para irse, pero faltaba aun mi esposa. Llega 20 minutos después, pero decide cambiarse de ropa, lo cual es razonable pero teníamos que ganarle al tiempo (El concierto empezaría a las 8:30pm). A las 6 agarramos carretera, mi concuño le pisaba hasta más de 120 millas por hora en secciones que era todo derecho para ganar tiempo. En una hora pasamos tres casetas hasta llegar a la rumorosa, donde inevitablemente tenemos que disminuirle. Treinta minutos después salimos de la rumorosa y nuevamente a 120 mph. Llegamos a Mexicali a las 7:50pm y comenzamos a preguntarle a los carros de al lado como llegar al lugar de los hechos (El Fex), después de varias indicaciones de los chicalenses llegamos al lugar, donde nos esperaba una larguísima cola para entrar. Llegamos exactamente a las 8:30pm, nos pusimos en fila, pero se movía a un ritmo tan lento que hasta a las 10:30pm les cayó el veinte de que el concierto no podía esperar mas y nos dejaron entrar sin revisarnos nada ni esculcarnos, lo cual le dio en la torre a mi cuñada por que dejó su cámara en el carro por miedo a que se la quitaran los de la entrada. Finalmente estábamos adentro! Lo logramos!

Ahora, una pregunta, ¿a quien coños se le ocurrió poner de esas sillas blancas de plástico para eventos en un concierto de esta magnitud? Digo esto por que la gente en vez de sentarse se pararon en las sillas, bloqueando a todos aquellos que no teníamos en que pararnos. ¿Realmente pensaron que la gente iba a ver a una banda legendaria como Caifanes sentados pacífica y tranquilamente en sus sillas? No recuerdo con cual canción empezaron debido a que no veía nada y me encontraba buscando una silla. Finalmente, logramos encontrarlas, y pudimos ver el concierto en sana paz. Todo concierto de rock en español tiene sus momentos feos, en este caso fue cuando aquellos que pagaron el boleto de $200 pesos (Había de $200, $400, y $800) derrumbaron las rejas de metal que los separaban de la de $400 y llegaron invadir hasta afrente. Tan feo se puse que tuvieron que llamar a los policías granaderos. Y hasta cierto punto no los culpo, estaban muy, muy, muy hasta atrás, y encima de eso había una sección donde ecualizaban y controlaban el sonido bloqueándonos la vista a casi a todos. ¿Qué esperaban? ¿Qué la gente se iba a conformar con tan solo escucharlos y no verlos por que les bloqueaban la mirada? ¿Creen que no actuarían al respecto?

Fue toda una chocoaventura, pero todo valió la pena con tal de ver a esta banda legendaria desenvolverse musicalmente frente a nosotros, tocando rolas como “Piedra”, “Aviéntame”, “Aquí no es Así”, “Los Dioses Ocultos”, “Perdí mi Ojo de Venado”, “Ayer me dijo un Ave”, “Amanece”, “Nunca me voy a Transformar en ti”, “Afuera”, “La Negra Tomasa”, entre muchísimas otras. Y por supuesto, no podía faltar la canción que muchos consideran como el himno del Rock en Español, la canción que todos aman aunque no les guste el resto de las canciones del grupo, por supuesto me refiero por la hipnótica y fascinante “La Célula que Explota”. Saúl Hernández no ha podido cantar bien desde hace más de 10 años debido a una enfermedad que le daño su hermosa voz, pero algo que siempre he admirado mientras que otros critican es que lo sigue haciendo, sin importarle lo que los demás piensen o digan (Como los imbéciles de “Molotov” lo hicieron en una ocasión), y de echo comentó algo al respecto que realmente me llegó, “Dios me quiere cuando trabajo, pero me ama cuando canto”. A la mayoría no había visto tocar en vivo, todos se la rifaron haciendo un espléndido trabajo, pero quien me llamó muchísimo la atención fue Diego Herrera, tecladista y saxofonista. Hace todo un show, el tipo de espectáculo en el que aun si no estuvieran los demás lo viéramos aun en el escenario engranado en su acto. El toque que más que agradó y de hecho toda la gente comenzó a gritar su nombre fue con “Piedra”. Como muchos de ustedes saben, esta canción termina como si estuviera tocando un mariachi, ¿Cómo lo hacen en vivo? Pues aquí llega Diego con un teclado portátil, presionando solo algunas teclas que sintetizan y recrean esa parte de la canción, y mientras lo hacia se puso a bailar con su teclado, o consigo mismo, y la gente se volvió loca en ese momento.

Algo que le dio más fuerza, poder, y hasta un toque melancólico (Más que nada en el final) es que esta noche terminaron su gira, este fue el final. La pregunta que muchos tenemos es si volverán a reunirse en un futuro. Nadie sabe. Unos dicen que no, otros que si, pero nada asegurado. A mi me gustaría verlos de nuevo y en mejores circunstancias, pero tampoco me gustaría que les pasara como a “La Cuca” o “La Maldita Vecindad”, que aun tocan cada dos o tres años en la ciudad, al grado de que a muchos no nos importa si los vemos o no ya que suelen volver. Lo que hizo esta una experiencia majestuosa y deslumbrante fue que eran los Caifanes, quienes llevaban entre 15 o 16 años sin haber tocado juntos. Esto fue un evento histórico. Pero a la vez, no creo que ni yo ni nadie nos cansáramos de irlos a ver cada año. Cual sea el caso, ya se me hizo verlos, ya estuve ahí, y finalmente es algo que podré tachar de mi lista de “cosas por hacer en mi vida”.

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