Estaba de vacaciones de Semana Santa en Hermosillo, Sonora. Ocasionalmente me quedaba a dormir en casa de mi primo, Oliver Hoyos. Pues una de estas ocasiones me confesó que estaba quedando con una muchacha que conoció única y exclusivamente vía msn, la cual tenía por nombre….mmm para diferenciar pongámosle como sobrenombre Ariadne (Anteriormente pusiera su verdadero nombre, pero hoy en día cualquiera pudiera encontrar fácilmente a alguien por facebook. Sé que a muchos de ustedes no les interesa, pero uno nunca sabe), en nombre del personaje de Ellen Page en “Inception”. En una de esas me aloqué y le dije a mi primo que le preguntara si tenía una amiga para mí, lo cual es un verdadero cliché, pero que creen? Si la tenia, y de echo estaba con ella en ese momento. Le pedí su número telefónico, hable, y contestó una tercera persona, la hermana de Ariadne, llamémosle Latika en honor al personaje de Freida Pinto. Después de charlar por unos breves minutos con ella, me paso a la amiga de Ariadne, llamada Molly (por Ringwald). Por días y noches Oliver hablaba con Ariadne via msn, y yo con Molly vía telefónica, hasta que finalmente llegó el momento de que los cuatro nos conociéramos en persona. En esos tiempos el internet no era tan abierto y era un poco difícil ver fotos de ellas, así que sería una cita a ciegas. Decidimos que fuera el 18 de Abril, hace exactamente 10 años.
Centro Comercial Metrocentro; Hermosillo, Sonora
Llegamos a la plaza metrocentro yo y mi primo, pero no sin antes echarnos un cigarrito, tenía que ser antes por que fumar es algo que a Ariadne no le gustaba. Francamente, a mi no me importaban dichas cosas ya que en tres días me regresaría a Tijuana, donde otra muchacha me esperaba. Llegamos ahí, y después de un rato ambas llegan. Todos estábamos nerviosos hasta cierto punto, pero a Ariadne casi le da un ataque de taquicardia, tanto que tuve que ser yo quien la calmaba. De hecho, curiosamente, yo hablaba más comodo con ella y Oliver con Molly por obvias razones. Decidimos entrar al cine y ver “The Mexican” de Gore Verbinski. Estuvimos ahí sentados en la sala, callados, un poco asustados, tensos, etc. Ni yo ni mi primo estábamos haciendo ningún tipo de progreso, así que decidí actuar agarrándole la mano, y plantándole un beso. Después de aquí, realmente no vimos la película. Me dio risa un momento, mientras nos besábamos, abri los ojos, y Ariadne nos veía asombrada y, supongo, con un poco de presión. Si yo y Molly cruzamos ese puente, ella también tenía que hacerlo.
Al acabar la película cruzamos hacia el estacionamiento que estaba al frente (Vean en la foto de arriba para ubicarse), y estuvimos ahí un ratillo. Hasta que se hizo de noche y ambas se fueron. Me agradó la experiencia, pero más que nada me agradó la situación, la cual, debo admitir, la romanticé un poco en mi mente, definiéndola como una historia de amor imposible por cuestión de distancia. Curioso que a pesar de tener 16 años, en la mera pubertad, me enfocaba más en romanticismo en vez de sexo.
Ciertamente, tres días después me regresé a Tijuana sin volverla a ver, dejándonos la única opción de decirnos adiós vía telefónica.
Esta experiencia no parece ser el tipo de experiencias que definen a una persona, pero créanme, esta experiencia seria un catalizador, el comienzo de algo que realmente me afectó más adelante.
Si hubiera un soundtrack de esta historia, sin duda alguna seria esta de abajo, la cual escuchaba una y otra vez durante esos tiempos.
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